Monday, October 30, 2006

Monólogo sobre el diálogo


Cada vez que planteo un tema de conversación, me enfrento al reto de tener que despersonalizarlo. Generalmente, fracaso. Sin duda, resulta difícil a los contertulios trascenderse a sí mismos para alcanzar las inestimables cotas de la abstracción. Y es ahí donde deberíamos situarnos de cara a llegar a una entente cordial.

Sin pretender un completo entendimiento, lo que sí busco en el diálogo es un espíritu resolutivo, de búsqueda de una verdad lógica, compartible por dos o más personas. No busco convencer ni ser convencida, sino encontrar una respuesta satisfactoria a una cuestión planteada.

La cosa está cada día más difícil. En primer lugar, las sensibilidades están a flor de piel. En segundo lugar, el tratamiento de los temas está cada vez más compartimentado y los argumentos giran en torno a clichés que modelan la voluntad y el pensamiento colectivos. En tercer lugar, todo tema viene asociado a líneas transversales de argumentación que terminan por eclipsar el tema en sí y desvirtúan inevitablemente el diálogo. En cuarto lugar, las vísceras salen a relucir con demasiada facilidad; y con las vísceras no hay quien dialogue.

En fin, que entre la personalización, las sensibilidades, las vísceras, los clichés y la madre que los parió a todos, en este extraordinario siglo no hay quien dialogue en paz. Menos mal que todavía nos queda el refugio del monólogo.

10 comments:

Anonymous said...

Querida Pilu: me apunto como anónimo pero soy rafa. Es que no me acuerdo qué es lo que había que hacer para acceder a estas impalpables páginas. No me acuerdo de mi clave. No me acuerdo de nada. Me ha dado mucha alegría recibir esta invitación tuya a darme una vuelta por tus reflexivas reflexiones. Tus inefables dibujos hacen sonreir y hacen pensar. Supongo que es lo que pretenden. Enhorabuena, porque lo logran. Tu monólogo sobre el diálogo me parece de una agudeza extraordinaria en su análisis de por qué fracasan los "diálogos" entre interlocutores que dicen de sí mismos que dialogan. Pero ¿qué es dialogar? He ahí la cuestión. ¿Monólogos que se dan de coscorrones? Los famosos "Diálogos de Platón" ¿no son una voz que monologa para que el interlocutor replique: "en efecto", "así es", "tiene usted razón"? Con esto quiero decirte que "no creo en el diálogo". En el mejor de los casos ese fenómeno de alternancia sonora puede servir para que uno construya mejor su monólogo interior, tal vez descubra sus puntos débiles, para terminar confirmándose en sus puntos de vista o en los puntitos luminosos que vislumbra su ceguera. La abstracción ¿puede acoger nuestro existencial desvalimiento y reunirnos a todos concordes bajo una deslumbrante estructura de ideas abstractas, pulidas,hermosísimas? ¡ojalá! Bueno, no sé si ojalá. Yo me he movido desde petit en ese mundo pretendidamente maravilloso en el que desde la teoría del conocimiento hasta la ¡"vivencia"! del amor (con mayúscula y con minúscula) eran Abstracciones (con absoluta mayúscula) y la verdad, parodiando unos versos de Juan Ramón: me quedé mudo y triste / vagamente sonriendo...

ananias said...

Querido Rafa: ¡yo sí que me alegro de tu intervención! Comparto tu escepticismo sobre el diálogo -de ahí que me haya pasado al monólogo-, pero completo con una cierta esperanza tu hipótesis de que, quizá, para lo único que sirve es para "que uno construya mejor su monólogo interior". Imagínate un mundo de personas interesadas en aclararse algo a sí misma, en lograr combinar coherentemente dos o más ideas en su mente y buscando encajar unas cuantas más... Sería un mundo interesante, lleno de personas potencialmente bienpensantes, con las que un intercambio sonoro podría resultar incluso entretenido.

Vamos, que me conformaría con una situación en la que una mayoría mostrase un mínimo interés por "construir mejor" su propio discurso.

Aunque la pregunta es obvia: ¿qué entendemos cada uno por "mejor"?

Anonymous said...

Lo "mejor", creo yo, sería que, en el diálogo, la dialéctica hegeliana de tesis-antítesis-síntesis tuviera cabal cumplimiento. Que sobre la afirmación de la tesis y la contradicción de la antítesis, se elevara la armonía de la síntesis. Pero como tú observas en tu escrito, parece que eso es pedir peras al olmo, por aquello de las "sensibilidades", "las líneas transversales de argumentación", las "vísceras", los "clichés" y su madre materna.La "tesis", toda tesis, parece llevar consigo en su mera enunciación un gesto como desafiante. Lutero clavó las suyas en la puerta de la catedral de Wittenberg. Claro que la antítesis tampoco suele andarse con chiquitas y busca hacer carne ya no en las tesis sino en las vísceras del contrincante.(Ejemplo la Contrarreforma) Pero la síntesis armoniosa ¿dónde está ese mirlo blanco? Desde luego yo no la encuentro ni en los "Diálogos" de Platón, ni en los de la comunidad de vecinos. Yo creo que sólo puede darse en el "monólogo" interior. Esa suspirada síntesis yo no la encuentro ni en las idas y vueltas de la Filosofía, ni en la historia de las religiones, ni en la Historia de la Cultura en general. Uno va segregando su propia y limitadísima síntesis, como el gusano de seda va tegiendo su capullo. No le sirve más que a él. Pero en cuanto sale a la luz del diálogo, la pretendida síntesis se convierte en tesis, y comienza de nuevo a rodar la noria. Yo, qué quieres que te diga, continúo con mi trasnochado escepticismo sobre el diálogo (¡tan invocado por todos y a todas horas!), pero ni los púlpitos ni los parlamentos, ni los foros y similares me hacen abrigar optimismos más risueños. Y, claro, me doy cuenta en este mismo momento de que estoy formulando una tesis y que como tal lleva su tufillo de odiosa arrogancia. Así que retirémonos a lo interior y tratemos de hilar nuestro capullo (que eso es lo que uno termina siendo ¡un capullo!)

ananias said...

¡Qué diferencia entre la síntesis de un capullo y la nada de un gusano!

Una buena síntesis capullar se convierte en una tesis digna, y ahí ya hay un buen comienzo de diálogo. Y nos quedamos sólo en el comienzo, por supuesto.

Conmovida.

Anonymous said...

Ayer escuché a Ignacio Sotelo, un filósofo español exialiado en Berlín, y dijo en los últimos cinco minutos de su entrevista (me lo encontré haciendo un rutinario zapping): El problema de Occidente es Platón. Hasta que no nos desprendamos de él, todo es inútil. Furwängler.

Anonymous said...

Hétenos ya de nuevo en harina de nuestro costal, gracias una vez más a Ananias. Saludos a Furwängler, al usuario anonimo Rafa y por supuesto a Ananias. Bienvenidos seamos. Digamos con lenguaje de otro escenario, oh felix culpa, que nos ha reunido de nuevo. Pero veo que esta vez el escepticismo predomina. Objeto: no somos tan capullos como pudiera parecer. Odiseo

Anonymous said...

yo sí lo soy. Me explico:desde un determinado momento de mi vida, no he pretendido otra cosa que ir tegiendo en torno un habitáculo en el que esa vida me fuera vivible. Y lo hacía contra viento y marea y "con las lluvias de abril y el sol de mayo", es decir,en toda circunstancia, todo mi ser iba segregando como un finísimo, pero terco, muy terco hilillo de seda que iba surgiendo de mis entrañas y que era, en términos de mis mensajes anteriores, la síntesis personal e intrasferible de todo lo que yo iba siendo: ese precipitado de alegrìas, tristezas, emociones, lecturas, afectos,decisiones,renuncias, renuncias a las renuncias, delirios y desconciertos. En ese reducidísimo espacio no puede vivir nadie más que yo. Si realmente lo intentárais vosotros moriríais de asfixia. Pero ese minúsculo recinto intelectual ya no es para mí una cércel, como lo fueron otras de las que me escapé. Gracias a ese "capullo" sintético al que yo llamo mi síntesis, tengo ganas de vivir y hasta de echar un vuelo que otro con alas que,a veces, me parecen incluso de mariposa blanca. El "vivir quiero conmigo" de fray Luis no lleva consigo necesariamente una actitud egoísta ante la vida. Y concluyo: el diálogo no me ha servido para esto. Así es que, lo siento, después de regurgitar tanto, ya no sé dialogar.El diálogo destruiría mi tinglado, y, hoy por hoy, es lo único que tengo.

Anonymous said...

-Y ¿por qué...- continúa el monologueador (tal vez ¡monogoleador! ¡qué hallazgo!) monologando- ¿por qué esta empecinada desconfianza ante el diálogo y este apego a la síntesis personal del monólogo interior?, pregunta retórica donde las haya.
Inciso:en clase de Retórica se enseñaba a "fingir" el diálogo con el auditorio. Así no era raro que oyeras decir a algún predicador de postín:
-¡Padre!, me dirá alguno...
Nadie le decía nada, pero el aprovechaba para ponerse una objeción que a renglón seguido pulverizaba dialécticamente.
Pues así yo me pregunto ahora: ¿por qué esa inquina contra el diálogo? -oral o escrito, añado.Pues porque en los Diálogos se tiende a construir teorías, justamente, abstracciónes cuyos engranajes lógicos, epistemológicos, filosóficos y teológicos funcionan maravillosamente. Pero...una cosa es el "discurso" y otra el curso de la vida. Y esta señora, donde realmente palpita y vive es en ese monólogo interior origen de las decisiones que pasan a ser actos vitales. Pongo ejemplos. Puede uno hacer un brillante discurso condenando la homosexualidad con rotundos argumentos sociológicos,filosóficos, escriturísticos, morales, ético-teológicos, pero si él sintiera lo que en lo más hondo sienten gays y lesvianas, su monólogo interior, origen de decisiones vitales, sería muy distinto. Dígase algo parecido, no digamos lo mismo porque hay terceros en fatal y descichadísima discordia. Tesis: el aborto es un asesinato (argumentación pertinente) Antítesis: el aborto es un derecho de la mujer...Síntsis: puede ser que nos encontremos con que el defensor/a de la Tesis, después si llega a sentir el mordisco de "la circustancia" llegue a monologar en su interior retrete: Mantengo, vive Dios, la teoría de que el aborto es un asesinato siempre y en todo lugar, pero "atendidas las circunstancias" me voy con mi hija a Londres a pasar un fin de semana. Y el resultado será un acto vital-mortal, que tandrá más trascendencia este monólogo interior que todos los discursos mantenidos en los diálogos,sean estos orales o escritos.
Termino este agotador "marear la perdiz" de mi monólogo. El paciente lector de esta columna salomónica que acabo de escribir llegará perspicazmente a esta conclusión: aquí se confirma lo dicho por Ananías en su inaugural discurso con este ejemplo: el señor Sibelius no ha sido capaz de trascenderse, ha embrollado las cosas con argumentos en oblícuo...y en cuanto a las "vísceras"...No las vísceras no las he tocado, que conste.

ananias said...

En el momento en que un monólogo forma parte de un rifi-rafe pierde parte de su entidad monológica ;)

Has descrito, Sibelius, un buen ejemplo de la dificultad planteada: cuando uno quiere hablar de la esencia de algo, por ejemplo el aborto, una buena tesis podría ser, efectivamente, "el aborto es un asesinato"; pero la antítesis ideal, según mi planteamiento, sería "el aborto no es un asesinato". Éste sería el germen de un buen diálogo, eso sí, si se completara con un esfuerzo por argumentar, siquiera durante dos minutos, acerca de ambas posturas antagónicas.

Así quizá, de la síntesis resultante, podría llegar a encajar como lógica una tesis que proclamase "el aborto es un derecho de la mujer". A esta nueva tesis se le podría enfrentar la de "el aborto atenta contra el derecho a la vida de un ser humano". De la posible síntesis, seguramente derivaría una tesis del tipo "un embrión es, en potencia, un ser humano", a lo que se opondría, por ejemplo, "un embrión es, en acto, un conjunto de células molestas y crecederas en el cuerpo de una mujer"... Y así sucesivamente.

Un diálogo en estas condiciones, donde los defensores de las diferentes tesis y antítesis se comprometieran a argumentarlas, sería una verdadera gozada. Al menos, algo digno de llamarse diálogo o debate.

Anonymous said...

Veo que la lógica te fascina. Es propio del ser inteligente. En ese sentido, creo que estás de enhorabuena, porque tanto Furwängler como Odiseo son dos seres sumamente inteligentes y podréis componer un fascinante contrapunto a tres voces mixtas: tesis-antítesis-síntesis.