Saturday, May 20, 2006

Un canto a la ignorancia


No hay arma más poderosa en el mundo de la empresa que la ignorancia. El ignorante puede permitirse el lujo de no apreciar el esfuerzo y las cualidades ajenas. Pide y se le da, y no tiene que mostrar agradecimiento porque no llega a comprender el alcance y mérito de lo que se le da.

Los ignorantes llegan alto. En su ignorancia, convierten el trabajo ajeno en una burlesca alianza de azar con tecnología. Para el ignorante, la máquina lo hace todo, nunca la persona. Necesita un resultado, lo pide a quien posee esa máquina y lo consigue. De vez en cuando, hace un derroche de generosidad: "¡hay que ver qué máquina tienes...!", buscando complacer a quien la maneja.

Para garantizar el ascenso o la permanencia en un alto cargo, el ignorante ha de perseverar en su ignorancia. Si descendiera al nivel de los que han cometido el error de cultivarse, tendría que aceptar que son las cualidades, los conocimientos y el esfuerzo de estas personas los que consiguen sacar provecho de las máquinas y los programas. Y tendría que cambiar de actitud: tendría que mostrar más agradecimiento y aprecio por el trabajo ajeno, no podría imponer plazos imposibles para el cumplimiento de objetivos y, lo que es más grave, tendría que justificar con frecuencia su parasitismo.

El ignorante vive cómodo y feliz en su ignorancia. Y eso da qué pensar...

6 comments:

Anonymous said...

El verdadero problema, que creo que es a lo que te refieres, es cuando el ignorante ha llegado lo suficientemente alto como para darle a uno de comer, o de trabajar. Ahí sólo cabe el recurso a la ironía, al chiste propio, que el ignorante no capta porque se refiere a su ignorancia.
Algo es algo.

Los ignorantes en buena posición laboral tienen grandes amigos que les ponen ahí. Son estos amigos los que polinizan los lugares de trabajo con sujetos torpes, caraduras y disfuncionales.... No hay forma de enfrentarse a eso.

Por contra, cuando no dependemos del ignorante... qué buenos ratos puede uno echar, eh???

Un saludo y ánimo.

Anonymous said...

Leete el famoso libro "Buenos dias pereza" para ampliar conocimientos al respecto, te va a resultar muy interesante, dado que tienes la mente abierta a estos temas... (es muy pequeño y de buen leer, lo tienen en la Casa del Libro en formato de bolsillo)
Tambien "El principio de Peter" daría buenas luces sobre el tema.
De todos modos es esto sólo un peldaño para entrar en las profundidades de ciertos aspectos de las relaciones humanas en las empresas y en general.
El ignorante en principio es "el que no sabe", pero este tipo aquí mencionado además ha desarrollado unas habilidades chupopterísticas que le permiten estar a flote en aguas muy turbulentas. Si no fuera por eso, ¿como uno "que no sabe" puede ascender en la empresa y llegar a puestos con poder sobre personas competentes?... Bueno, tambien el sistema está bastante viciado en sí mismo...

Carlos.

Anonymous said...

Peter ya escribió todo a este respecto.

Su más famoso principio, y otros muchos los podéis encontrar, por ejemplo, aquí:
http://www.educa.rcanaria.es/Usr/Apdorta/murphy.htm

ananias said...

Si no recuerdo mal, el principio de Peter dice que una persona (sin determinar) asciende hasta alcanzar su nivel de incompetencia. Por desgracia, tiende a atrincherarse ahí.

Haya ascendido por lo que haya ascendido (por méritos, hasta el nivel de incompetencia, o por un acto de polinización como el descrito por Javi), el caso es que tiene que mantenerse (es ley de vida: todos queremos comer). Y el problema aparece cuando algunos de esos seres de allá arriba padecen el mal de la ignorancia. Y abruman con ese mal al personal y lo atormentan con ausencias manifiestas de reconocimiento a la labor realizada.

ananias said...

No, no, por favor, Kurgancito... Sigue meditando acerca del tema que quizá, con un poco de suerte, llegues (lleguemos) a dar con el chiste.

Más que un ignorancímetro -que nos permitiría medir el nivel de ignorancia de un sujeto-, necesitaríamos un ignorantador -un algo para hacer más ignorante, pero listillo, al sujeto-. Piensa que, si hasta la fecha no te has sentido lo suficientemente ignorante como para considerarte esencialmente ignorante y, además, no ocupas un puesto elevado en tu empresa, es que, quizá, no eres ignorante. Y saber si tu jefe es más o menos ignorante no te ayudará gran cosa a cambiar tu situación. Sin embargo, si gracias al ignorantador lograras hacerte tan ignorante como ese jefe o cliente con el que tienes que tratar de vez en cuando (o con frecuencia), ganarías calidad de vida y, quizá, un ascenso.

Salu2

ananias said...

Tú lo has dicho, Kurgancito: el dinero haría de "selector natural". Por tanto, estaríamos en las mismas, con ignorantes por herencia genética y con ignorantes por ignorantador, pero todos con dinero (o liderazgo al menos)