Monday, October 30, 2006

Monólogo sobre el diálogo


Cada vez que planteo un tema de conversación, me enfrento al reto de tener que despersonalizarlo. Generalmente, fracaso. Sin duda, resulta difícil a los contertulios trascenderse a sí mismos para alcanzar las inestimables cotas de la abstracción. Y es ahí donde deberíamos situarnos de cara a llegar a una entente cordial.

Sin pretender un completo entendimiento, lo que sí busco en el diálogo es un espíritu resolutivo, de búsqueda de una verdad lógica, compartible por dos o más personas. No busco convencer ni ser convencida, sino encontrar una respuesta satisfactoria a una cuestión planteada.

La cosa está cada día más difícil. En primer lugar, las sensibilidades están a flor de piel. En segundo lugar, el tratamiento de los temas está cada vez más compartimentado y los argumentos giran en torno a clichés que modelan la voluntad y el pensamiento colectivos. En tercer lugar, todo tema viene asociado a líneas transversales de argumentación que terminan por eclipsar el tema en sí y desvirtúan inevitablemente el diálogo. En cuarto lugar, las vísceras salen a relucir con demasiada facilidad; y con las vísceras no hay quien dialogue.

En fin, que entre la personalización, las sensibilidades, las vísceras, los clichés y la madre que los parió a todos, en este extraordinario siglo no hay quien dialogue en paz. Menos mal que todavía nos queda el refugio del monólogo.

Friday, October 13, 2006

Dignidad de los indignos

Cada individuo se enfrenta a diario a los resultados de su interacción con el mundo. Esto nos iguala a todos. Pensemos ahora en la naturaleza de esa interacción. Uno de sus condicionantes puede ser el mismo mundo (¡qué diferencia nacer en una familia bien de Barcelona o en una familia pobre de Nueva Delhi!). Y otro, los rasgos del individuo. Porque resulta que en esto no todos somos iguales y de esa diferencia se derivan resultados.

Meditaba estas cosas en una repentina toma de conciencia de lo que significa que el "síndrome de Down" sea un supuesto para el aborto legal. Significa que, en el colegio, cuando un niño con síndrome de Down se sienta al lado de otro sin síndrome de Down ambos se diferencian en algo esencial: el primero es abortable según la ley. Evidentemente, de ahí se deriva un grado distinto de dignidad humana.

¿Y recordáis la Alemania nazi, cuando se inició el programa de eutanasia dirigido a las personas indignas de la vida?