Monday, May 22, 2006

Libertad de expresión

Me había prometido a mí mismo no abrir más la bocaza.

Saturday, May 20, 2006

Un canto a la ignorancia


No hay arma más poderosa en el mundo de la empresa que la ignorancia. El ignorante puede permitirse el lujo de no apreciar el esfuerzo y las cualidades ajenas. Pide y se le da, y no tiene que mostrar agradecimiento porque no llega a comprender el alcance y mérito de lo que se le da.

Los ignorantes llegan alto. En su ignorancia, convierten el trabajo ajeno en una burlesca alianza de azar con tecnología. Para el ignorante, la máquina lo hace todo, nunca la persona. Necesita un resultado, lo pide a quien posee esa máquina y lo consigue. De vez en cuando, hace un derroche de generosidad: "¡hay que ver qué máquina tienes...!", buscando complacer a quien la maneja.

Para garantizar el ascenso o la permanencia en un alto cargo, el ignorante ha de perseverar en su ignorancia. Si descendiera al nivel de los que han cometido el error de cultivarse, tendría que aceptar que son las cualidades, los conocimientos y el esfuerzo de estas personas los que consiguen sacar provecho de las máquinas y los programas. Y tendría que cambiar de actitud: tendría que mostrar más agradecimiento y aprecio por el trabajo ajeno, no podría imponer plazos imposibles para el cumplimiento de objetivos y, lo que es más grave, tendría que justificar con frecuencia su parasitismo.

El ignorante vive cómodo y feliz en su ignorancia. Y eso da qué pensar...